sábado, 28 de marzo de 2020

lunes, 23 de marzo de 2020


DÍA 10




Cada noche, al acabar de cenar, recito poemas desde mi ventana, agarrado a los barrotes, y los versos corren por el patio del edificio, las metáforas llegan nítidas a los oídos de los vecinos, los oigo removerse en sus camas, apretaditos después de haber hecho el amor, con los pies desnudos y fríos debajo de la manta, rozándose las pieles y susurrándose cosas bonitas al oído.
Pero otras veces me callo los poemas sobre la fuerza del caballo y soy yo quien se acurruca bajo la manta. Las líneas rectas del cuaderno me recuerdan que esta casa donde vivo es una celda en una prisión, o cientos cárceles, ya no lo sé, y mis poemas no llegan a torcerse, se quedan rectos en la cuadrícula. Yo quiero escribir poemas resquebrajados, torturados.
Mi vecina del cuarto se asoma a la ventana y dice que mi poesía es de hombre peludo, ruda, fornida y simple. No sé el nombre de mi vecina del cuarto. A mí me gusta llamarla Antigua Transparencia.
El vecino del primero, Gorrión, dice que lo mío es biopoesía, y todos comienzan a mirarse entre ellos desde sus ventanas, agarrados a los barrotes, esperando que Gorrión les diga qué es la biopoesía.  
DÍA 9


DÍA 8


DÍA 7


DÍA 6




DÍA 5





Amo, de atrás hacia delante, subiendo y desmoronándome de nuevo, también amo al revés. Amo de mil colores diferentes, amo sin nubes en el horizonte o a través de ellas; amo por amar, por amarme, amo la vida como un equilirista en su trapecio sin red; también sin las cuerdas que lo sujetan al cielo. Pero con la pértiga. Amo por amarme, amo porque por fin me tengo. Amo como los viudos, como las aves que buscan comida; como los reos, sin tiempos ni esperas. Amo como me amaría yo.

DÍA 4
DÍA 3
DÍA 2
DÍA 1 del estado de alarma